Olympo II, de Dan Simmons, es el cuarto y último volumen de esta saga épica que mezcla la gran epopeya clásica de Homero, La Ilíada, con la ciencia ficción.
A continuación tienes la información sobre los volúmenes anteriores de la saga —en España son cuatro, por características del idioma—, por si te interesa:
Olympo I: la guerra
Veamos ahora los principales aspectos del final de la saga, Olympo II: la caída.
Machu Picchu y Jerusalén como escenarios de Olympo II

En este último volumen de la saga de Dan Simmons, Olympo II, escenarios reales como Machu Picchu, París o la propia Jerusalén cobran un mayor protagonismo. Sin embargo, en ocasiones estas ciudades nos causan un efecto de sorpresa, pues no son precisamente como las conocemos.
Así, Olympo II se inicia en el momento en que Harman y Ariel llegan a Machu Picchu:
Harman cayó con Ariel a través de la oscuridad durante lo que le pareció una imposible cantidad de tiempo.
Cuando aterrizaron, no fue con su estrépito fatal en la base de la Puerta Dorada de Machu Picchu, sino con un suave golpe en el suelo de una jungla cubierto con una acumulación de siglos de hojas y otros restos vegetales.
Durante un segundo de aturdimiento, Harman no pudo creer que no estuviera muerto, pero luego se puso en pie, empujó la pequeña figura de Ariel (aunque Ariel ya había brincado para alejarse) y se incorporó, parpadeando en la oscuridad.
Oscuridad. Era de día en la Puerta Dorada. Se encontraba… en otra parte. Dondequiera que fuese, además de estar en el lado oscuro del planeta, Harman sabía que se hallaba en la jungla. La noche olía a riqueza y podredumbre, el aire denso y húmedo se le pegaba a la piel como una manta empapada, la camisa se le empapó inmediatamente y colgó flácida contra su cuerpo; de todas partes, en la noche impenetrable, llegaban el zumbido de los insectos y el rumor de hojas, palmeras, maleza, bichos, criaturas grandes y pequeñas. Mientras sus ojos se adaptaban a la penumbra, con los puños cerrados, esperando que Ariel volviera para alcanzarlo con un golpe, Harman echó la cabeza atrás y vio el atisbo de la luz de las estrellas entre diminutas aberturas en el follaje muy, muy por encima de su cabeza.
Por tanto, junto a espacios míticos como la antigua Troya o la morada de los dioses —ubicado este en el monte Olimpo de Marte— se nos muestran unas ciudades tomadas de la realidad pero remodeladas por Dan Simmons con un prisma en ocasiones bastante distópico.
Una alianza increíble entre un dios y un mortal

Uno de los puntos destacados de Olympo II es la increíble alianza que se establecerá entre el más fuerte de los griegos, Aquiles, y el dios más despreciado por sus iguales, el deforme Hefesto.
En el siguiente fragmento, también del inicio de la obra, vemos cómo Aquiles contacta con Hefesto para que le ayude a revivir a su amada Pentesilea:
Aquiles, todavía cargando a su amada reina muerta, la amazona Pentesilea, se había teletransportado cuánticamente al hogar de su cautivo, Hefesto, dios del fuego, principal artificiero de todos los dioses, esposo de Aglaya, también conocida como Caris, una de las más hermosas Gracias. Algunos decían que el artificiero había construido también a su esposa.
Hefesto se había teletransportado cuánticamente no a su hogar, sino a la puerta. Una mirada superficial al hogar del dios lisiado y parecía igual que otras moradas inmortales: piedra blanca, columnas blancas, pórtico blanco; pero solo en la entrada: en realidad, Hefesto había construido su casa y sus enormes talleres en la empinada pendiente sur del Olimpo, lejos del lago de la Caldera y el puñado de enormes casas-templo de tantos otros dioses. Vivía en una cueva.
Esta sorprendente alianza entre el dios herrero y el mayor de los héroes griegos los conducirá al mismísimo Averno. Sin embargo, su periplo no terminará ahí: ambos tienen el mismo objetivo, uno que trastocará los mismos cimientos del Olimpo.
Los héroes y las heroínas de Ardis Hall

Si te has leído los anteriores volúmenes, intuirás ya por dónde voy. Si echamos la vista atrás, a Ilión I, podemos observar la evolución de los personajes de Ardis Hall. Al principio de la saga son personas mimadas, dedicadas única y exclusivamente al goce sexual y al ocio —van de fiesta en fiesta—, pues los voynix son una especie de inteligencias artificiales-mayordomos que se ocupan de todas las tareas domésticas. Sin embargo, las desgracias convertirán a personajes como Daeman, Ada o Hannah en seres que deben luchar para sobrevivir, deberán espabilar y aprender cosas muy básicas para nosotros —en realidad eran bastante inútiles— hasta convertirse en verdaderos héroes y heroínas.
Así, Daeman pasa de ser un joven egocéntrico, regordete y bastante ridículo a un hombre serio y esforzado. Ada será la líder de la resistencia ante los voynix en Ardis Hall, y todos la respetarán. Hannah acompañará a Haeman junto a otros personajes en busca de soluciones.
De este modo, estos nuevos humanos están dispuestos a darlo todo, pues deben afrontar una serie de dificultades o morir si no lo logran.
En Olympo II, de Dan Simmons, no todo es néctar y ambrosía

Sin embargo, en Olympo II no todo es ‘néctar y ambrosía’, es decir, también hay algún ‘pero’: y es que la parte final del volumen se me ha hecho un poco pesada. Dan Simmons incurre en un error —en mi modesta opinión— que resolvía muy bien en Olympo I: el hecho de que las cuestiones científicas y técnicas se exponen en esta ocasión de una manera más densa y pesada. Y, al no ser experta en la materia, llegaba un punto en que desconectaba un poco, al no llegar a comprender bien las explicaciones.
A pesar de esto, la saga sigue siendo el mejor retelling de La Ilíada de Homero y una muestra más de que la mezcla de géneros —en este caso de fantasía y ciencia ficción— es un aliciente añadido para no dejar de leerla.
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Enlaces interesantes:
Aquí tienes disponibles los cuatro volúmenes de esta saga épica de Dan Simmons, en papel y en ebook: